El espacio virtual además de contribuir a muchos procesos individuales, nos da la posibilidad de crear redes, conocer herramientas y amplificar la defensa de los derechos humanos, sin embargo este espacio también reproduce y eleva exponencialmente las violencias que las mujeres y personas trans enfrentan cotidianamente. Por ello, los feminismos latinoamericanos cada día se apropian más del internet y las tecnologías, con ideas innovadoras, desde sus raíces y en comunidad.
Quienes están más expuestas a las violencias en línea, son las mujeres, lxs niñxs y adolescentes; y las disidencias sexo-genéricas. Estas agresiones se agravan por la discriminación racial, el rango etario, el capacitismo y la condición socio-económica. Pero más aún, si se tiene un perfil público que aporta a los discursos contra hegemónicos alterando el orden establecido. Como lo hacen las mujeres periodistas, activistas feministas, políticas y defensoras de los territorios.
Mujeres que acompañan procesos de cuidado digital, respaldadas por diversos informes nacionales e internacionales, aseguran que la violencia machista se agudizó en los últimos años. Cuanta más presencia del movimiento feminista en las redes, más violencia de género hay que enfrentar. Si bien las estadísticas son escasas, el informe “La violencia en línea contra las mujeres en México” (2017) retoma una estadística oficial que señala que “aproximadamente nueve millones de mujeres han vivido ciberacoso en México”.
Vita Activa en México, Maria Lab en Brasil, Fundación Activismo Feminista Digital en Argentina, y Ciberseguras en América Latina, son algunas de las colectivas que trabajan por los derechos de las mujeres y las disidencias en el espacio digital. Su construcción política se podría entender desde el ciber-hack-feminismo, y posicionan los conceptos de soberanía, seguridad y cuidado desde una mirada feminista. En su mayoría son mujeres jóvenes, que tienen una relación más cercana con las nuevas tecnologías, han ido nutriéndose en procesos de seguridad digital y en la construcción colectiva de espacios de cuidado y protección en línea.
Algunas de ellas entienden y trabajan el concepto de “identidad digital”, como aquella que construyen lxs usuarixs en el plano virtual: cómo se quieren ver representadxs allí, cómo se habita el mundo en línea. Y es entendida como un derecho que tiene estrecha relación con nuestros cuerpos físicos e identidades elegidas. En otras palabras, lo que ocurre en el espacio digital con nuestra información e identidades, es real y atraviesa nuestra vida cotidiana.
Una activista feminista argentina reescribió el himno nacional de su país a favor del aborto. A mediados de 2019 lo subió a su cuenta de Youtube y recibió una avalancha de mensajes misóginos y de odio, además de dos denuncias penales, una de ellas interpuesta por un “abogado mediático” (abogado que se centra en la defensa de casos de interés público). Así como miles de mensajes amenazándola de muerte, con hacerle daño a su familia, con la cárcel y con expulsarla del país. Casos como este se replican en todo el continente y el mundo constantemente.
El mayor problema de la violencia de género en línea que sufren mujeres y personas trans, es que funciona como una bola de nieve, crece a medida que avanza. Rueda sin control y a velocidades inmanejables. Según integrantes de Ciberseguras, al agresor primario, que es quien ejerce la primera violencia, se le suman los agresores secundarios, que replican la información, y los terciarios, que comentan y revictimizan. Por más que se pueda conciliar con el agresor primario y frenarlo, es muy difícil parar con una bola de comentarios de odio que ya están circulando. La consecuencia es que muchas mujeres han desaparecido de las redes sociales y muchas han tenido que migrar de ciudad o país. “Esa viralización es kriptonita contra la mujer, su autoestima y su nombre”, explican.
En cuanto al perfil de personas más expuestas a las violencias machistas en internet, son quienes están más activas en redes y que tienen menos acceso a la alfabetización en soberanía y seguridad digital. Además de las más jóvenes (niñas y adolescentes), Luisa Ortiz, cofundadora de Vita Activa, ve con preocupación la franja etaria que supera los 45 años. Dice: “tienen mucha ingenuidad, y por otro lado, una coraza más resistente a la violencia en línea porque vienen de una generación en la que está asumido que la feminista recibe violencia. Los casos más violentos los recibimos de mujeres maduras que están en el ejercicio profesional”.
Marina Benítez Demtschenko, presidenta de la Fundación Activismo Feminista Digital, considera que son los mismos agresores domésticos los que violentan en línea a las mujeres mayores de 45 años. “Son mujeres que no se terminan de familiarizarse con las tecnologías y para las que el espacio virtual parece un espacio de libertad y termina siendo reproductor de lo mismo que viven afuera”.
Mujeres y personas disidentes del sexo y el género, que tienen un perfil más público o visible (muchas veces auto-reconocidxs feministas) también sufren ataques y persecución sistemáticamente en el espacio digital. Ejemplos son los testimonios que recabó la ONG paraguaya TEDIC de blogueras, artistas y periodistas acosadas y hasta amenazadas de muerte en redes sociales. En Brasil, las integrantes de Maria Lab observan que, desde que asumió como presidente Jair Bolsonaro (enero de 2019), “los discursos machistas, racistas y de odio están creciendo. Se sienten más cómodos para decir lo que dicen, y lo articulan muy bien en sus medios digitales”.
Las formas de acoso digital son muy variadas. Las principales son los ataques verbales como insultos, burlas, humillaciones; la recepción de videos agresivamente sexuales; la difusión de imágenes íntimas sin consentimiento; el acoso y hostigamiento; el robo de identidad; el uso de spam o virus; el robo o comercialización de contraseñas e información; y la lista sigue.
En muchos casos el agresor es una persona conocida por las víctimas y que tiene una relación cercana con ellas (pareja o expareja, compañero de trabajo, familiar, etc.), las entrevistadas coinciden en que existen “personas organizadas para agredir en línea a las personas activistas feministas”. Ortiz de Vita Activa las describe así: “Hay legiones completas de personas que tienen un énfasis político, religioso y económico muy específico. A veces relacionadas con las iglesias evangélicas, o cristianas, o con grupos del Opus Dei. Son antiderechos y en su mayoría hombres jóvenes. Tienen dinero, compran anuncios en Google, en Youtube, en redes sociales, y los taguean con nuestras palabras”. Son también los Estados y los grandes grupos empresariales, que auspician trolls para engrosar el cerco mediático, desinformar, confundir y acallar voces disidentes.
La violencia en línea organizada está dirigida a silenciar a las activistas feministas y a las mujeres que hacen uso de su voz en este espacio público. Las legiones de bots, trolls y fakes generan ruido sobre ciertos temas, difunden mensajes negativos, amenazan e insultan. En el caso de los bots machistas, son cuentas en redes sociales automatizadas que funcionan de forma mecánica; “ataques dirigidos a desgastarte y romperte los huesos”, explica Ortiz. Yuna activista callada, es una voz que ya no denuncia ni se expresa. Una pérdida para cualquier espacio de resistencia.
El impacto de la violencia digital en las mujeres y sus cuerpos es total y real. Desde la autocensura, la baja de autoestima, el cierre de cuentas en redes sociales y preocupaciones; hasta el miedo a salir a la calle, problemas para dormir, problemas psicológicos (como ataques de pánico o episodios de ansiedad) y físicos (como tensiones musculares, complicaciones cervicouterinas, cáncer de mamas, alergias, migrañas, y más).
Para acompañar a una mujer o una persona activista feminista que enfrenta violencia en el espacio digital, las integrantes de las colectivas coinciden en que ¡la escucha es lo más importante!. Entender qué quieren.“Somos la amiga que tiene la taza de café al lado tuyo y te va a oír hasta que logres enunciar lo que te aqueja y te sientas cómoda con la versión de tu historia”, cuenta Ortiz de Vita Activa. Para ella, “la estrategia es la sinceridad, porque es muy difícil hacerle frente a este fenómeno. En la mayoría de los casos no se puede revertir el efecto de la violencia en línea, pero sí mitigar y planear a futuro”.
Lasintegrantes de Ciberseguras apelana generar procesos integrales, a formar una red de apoyo en que algunas partes aporten sobre seguridad digital, y si el caso lo requiere, otras, acompañamiento legal o psico-emocional. Ante la viralización de la violencia, esta colectiva encuentra clave el apoyo de la comunidad feminista en línea.“Es importante parar la bola de nieve de comentarios negativos, con una red de apoyo y soporte a la víctima. Aunque no la conozcamos, estar pendientes de esos casos para ir parando el insulto y la violencia. Así como ellos se organizan sin conocerse para atacar, también nosotras podemos organizarnos para hacer de soporte”, explican. Una forma de construir un espacio digital más seguro y de cuidado colectivo entre todas.
Otra de las estrategias, planteada por la Fundación Activismo Feminista Digital, es la de tener un “perfil expuesto”. Contra la violencia machista en redes, “se nos ha dicho que tenemos que replegarnos, configurar nuestras redes en privado, dejar de dar contenidos. Así estamos restringiendo nuestra posibilidad de libre expresión. Hago la correlación con bajarnos el largo de la pollera para que no nos violen. No. La pollera digital es la que yo quiera usar”.
Ahora, de acuerdo con las reflexiones de Sara Munárriz-Awad desde el Fondo de Acción Urgente “nada de esto es posible sin que las personas activistas nos amiguemos con el entorno digital y pensemos esta esfera como parte de nuestros cuerpos (físicos, emocionales, espirituales) y territorios colectivos de protección, para implementar allí, acciones transformadoras y cotidianas de CUIDADO”. Benítez Demtschenko considera que gran parte de las usuarias se limitan al uso de redes sociales, al ocio y entretenimiento. “Hay que empezar a involucrarse en serio con la actividad que se tiene en internet. No es solo postear y mirar los me gusta y los comentarios. No hay un compromiso real con lo que plantea la era de la información porque hay desconocimiento y falta de información. Y no es por falta de voluntad, es una cuestión cultural- estructural que nos hace tecnófobas por exclusión. Ante la violencia, las mujeres no entendemos las tecnologías”.
Las colectivas plantean que para “pulir una identidad digital poderosa” es importante conocer a la comunidad virtual que te rodea. Tener conciencia sobre quiénes te siguen y cuáles son los perfiles potencialmente dañinos; hacer una gestión de la información personal responsable; y tener especial cuidado con la configuración de cuentas, las contraseñas robustas y la doble verificación.
Las compañeras de Maria Lab nos regalaron esta reflexionan sobre cómo habitar el espacio virtual: “Cuando comenzamos a ocupar este espacio teníamos muchas identidades, era una cosa más libre como “Superestrellazul99” de nickname. Ahora tenemos perfiles personales y no percibimos que podemos tener muchas identidades más. Un perfil personal significa datos digitales y, consecuentemente, un valor económico para las empresas; y en este espacio tener una sola identidad digital da menos posibilidades de habitarlo”.
La gran apuesta ciber-hack-feminista colectiva, es que internet sea un espacio más seguro para todas las personas que defienden los derechos de las mujeres y las disidencias sexo/genéricas . Por eso las colectivas promueven campañas de soberanía digital y generan talleres de seguridad para que naveguemos con más confianza y disfrute en la web. También cuestionan las tecnologías desde una postura política interseccional. Comparten sus estrategias para hacer bots que reproduzcan mensajes positivos y que acuerpen el movimiento ciberfeminista o a cualquier aliadx que sufra de hostigamiento y necesite redes virtuales de apoyo. Creen en la importancia de “recuperar la narrativa y salirse del rollo de la víctima” para lograr una “internet nuestra y feminista”. Así como también, se forman y comparten información para hacer real una infraestructura digital alternativa y contrahegemónica.
En palabras de Luisa, “vamos a recuperar esta vaina que es demasiado bella. Tiene muchas cosas positivas la red virtual para nosotrxs, no nos pueden amedrentar”.
¿Quieres escuchar otras voces? te invitamos a ver el capítulo III de #Tecnolovers por Luchadoras.tv. Brujería Hacker:
https://www.youtube.com/watch?v=fJS3mRZBtyE&feature=emb_title