En tiempos de emergencia por el coronavirus (COVID-19), tenemos que lidiar con el caos, que pone a prueba la capacidad de relacionarnos entre nosotras. Momentos como estos pueden resaltar nuestras debilidades y diferencias, pero también se pueden potencializar las relaciones para el bien común y las reflexiones que fortalecen nuestros ideales de activismo.
Durante el tiempo que he estado trabajando con el tema del CUIDADO, me fue posible observar que este concepto es percibido por activistas desde diferentes dimensiones y perspectivas. Por esa razón, ahora les invito a reflexionar sobre lo que puede significar el CUIDADO colectivo en el ámbito de los movimientos feministas, que a menudo, está relacionado con la calidad de las relaciones interpersonales cultivadas tanto en sus propios movimientos, como en otros.
Aunque hagamos parte de un grupo con un sólo propósito y tengamos intereses en común, somos únic*s, con características personales y singulares, cad* un* con sus vivencias; lo que hace que nuestras posiciones políticas también sean distintas, ya sea porque somos negr*s y la experiencia del racismo nos afecta en mayor medida a nosotr*s, o porque tenemos el privilegio social de haber nacido blanc*s.
La relación interpersonal es la forma en que nos relacionamos con compañer*s de activismos, y a este respecto, es importante recordar que estamos hablando del lugar en el que estamos porque tenemos los mismos ideales. Mantener una buena relación entre compañer*s es fundamental para la calidad de aquello por lo que nos proponemos a luchar y transformar.
En la práctica, para que la calidad de las relaciones exista, es necesario conocer y reconocer nuestras diferencias. No es una guerra de fuerzas entre nosotr*s, sobre quién tiene la “verdad” o quien habla más y mejor, sino una guerra contra un sistema que nos oprime de múltiples y particulares formas. La verdad es la propiedad de estar de acuerdo con los hechos o la realidad. Aunque podamos relatar diferentes realidades, la realidad es suya y será vivenciada de distintas maneras por cada un* de nosotr*s; lo mismo sucede dentro de las organizaciones y colectivos en los que operamos.
La falta de diálogo por la existencia de una verdad debilita nuestras relaciones y establece prácticas violentas que surgen por la falta de percepción de las fronteras entre nosotr*s. En muchas ocasiones, la forma de hablar emite una imposición que parte de un lugar que no refleja la colectividad. Por eso, la necesidad de reconocer nuestras diferencias es fundamental para que no reproduzcamos prácticas de desigualdad a las que somos sometidas de forma cotidiana.
En este momento , en el que un virus afecta al planeta, somos convocad*s a mirar dentro de nosotr*s mism*s y, al mismo tiempo, a pensar y actuar de forma colectiva. El conflicto es necesario, pues nos permite darnos cuenta de las diferencias, pero debe servir principalmente para fortalecer nuestras relaciones. Por lo tanto, la idea no es escapar del conflicto, sino enfrentarlo, entendiendo nuestros límites y los de otrxs.
Una de las principales herramientas utilizadas en el activismo para identificar las necesidades de aquellas personas por las que luchamos es la escucha. Sin escuchar no tendríamos la dimensión de la demanda de nuestras agendas “políticas”, ya que detrás de cada campaña, cada reunión, cada enfrentamiento diario que tenemos, hay una persona o con su historia de vida. Es por eso que la escucha activa es tan importante.
La escucha activa consiste en oír atentamente el discurso de la otra persona, significa interesarse por lo que dice y enfocarse sólo en ella, dándole valor a ese ser y a su opinión sobre un determinado tema. Esto debe pasar entre nosotr*as activistas en nuestra vida diaria. No significa que necesitamos estar de acuerdo, sino respetar a las otras personas y comapñer*s, y el respeto se expresa por la forma en que reaccionamos frente a algo con lo que a menudo podemos no estar de acuerdo.
Hay muchos desafíos para poner en práctica el CUIDADO colectivo, por lo que les invito a comenzar por la búsqueda de la identificación de sus sentimientos y a percibirse como parte de un todo. Es un tiempo de cambio, un tiempo que exige de tod*s nosotr*s, transformación, adaptación, reflexión y acogida.
¡Ubuntu! ¡Yo soy porque somos!
Simone Cruz,
Psicóloga, Integrante del Colectivo Feminista de Autocuidado
Integrante de la Junta Directiva del Fondo de Acción Urgente - AL
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