La rabia se volvió a encender. La violencia, la desigualdad y el desinterés estatal nos arrebataron 41 niñas y dejaron con graves heridas a otras 15. Ese mismo sistema nos acaba de quitar a una más. Una voz que seguía exigiendo justicia para su hija víctima de la masacre del Hogar Seguro Virgen de la Asunción, fue silenciada en Esquipulas, Guatemala.
Desde marzo de 2017 #NosDuelen56, ahora también nos duele María Elizabeth Ramírez, mamá de Wendy Vividor Ramírez, ella es la segunda de las madres cuyo cuerpo fue hallado con señales de violencia y ensañamiento el pasado 22 de febrero del 2021. La primera fue Gloria Pérez, madre de Iris Yodenis León Pérez, quien fue brutalmente asesinada el 8 de julio del 2018 en Sayaxché, Petén, junto a su hija de 13 años, Nury León Pérez.
A cuatro años de esta masacre ocurrida en Guatemala por negligencia y violencia estatal, recordamos que la búsqueda de justicia permanece y la resiliencia crece. Honramos la rebeldía y la resistencia de las niñas y jóvenes que fueron asesinadas por exigir condiciones de vida dignas y una vida libre de cualquier tipo de violencia. Honramos también las luchas de estas defensoras de derechos por la verdad y la justicia; contra la impunidad y el olvido.
Desde el Fondo de Acción Urgente para América Latina y el Caribe Hispanohablante (FAU-AL), la Iniciativa Mesoamericana de Mujeres Defensoras (IMD) y el Fondo de Centroamericano de Mujeres (FCAM), elevamos hoy nuestra voz colectiva haciendo memoria de las 56 niñas que gestaron una rebelión motivada por el hartazgo de los malos tratos y el abuso que enfrentaban dentro del albergue, en el que permanecían bajo el supuesto cuidado y resguardo del Estado Guatemalteco, al que demandamos cumplir con su deber de garantizar el derecho de estas madres a defender sus derechos.
El 8 de marzo, una fecha emblemática para los movimientos feministas del mundo y de nuestra región, un grupo de chicas quemó una colchoneta para provocar un incendio y que así las autoridades del refugio las dejaran salir del lugar. Las autoridades no hicieron caso de su llamado y las dejaron en el encierro. Nuestras asesinadas son semilla y hoy volvemos a hacer eco de esta exigencia por justicia, manteniendo el fuego de resistencia que ellas comenzaron, y abrazando a las madres defensoras que están siendo asesinadas en la búsqueda de respuestas.
Queremos un mundo en donde defender los derechos no nos cueste la vida y en donde el dolor pueda sanarse y transformarse colectivamente. Este caso representa un quiebre en la historia de nuestra América Latina y del mundo, por ello, a puertas de volver a las calles este 8 de marzo, llenas de digna rabia y revolución, hacemos un llamado para que las voces de las más jóvenes y sus resistencias se multipliquen, haciendo memoria y caminos de sanación: ¡#NosDuelen56!