En el Departamento de Sololá, Guatemala se ubica el Lago Atitlán. Rodeado por tres volcanes gigantes, Atitlán es el lago más profundo de Centroamérica. Su belleza atrae a casi un millón de turistas al año. Para quienes viven a su alrededor, su importancia va más allá de lo visual, representa uno de los vínculos y lazos espirituales y ancestrales de las mujeres con la vida. Por esa razón lo limpian, cuidan y defienden.
La contaminación está poniendo en peligro no sólo al Lago, si no a quienes viven a su alrededor, en su mayoría pueblos mayas. Las fuentes de contaminación son varias: la descarga de aguas residuales, los químicos y fertilizantes utilizados en las actividades agrícolas, los desechos sólidos (basura), la demanda turística desmedida y la erosión y deforestación de la zona. A lo que se suma la debilidad institucional para proteger y cuidar al lago de manera coordinada e integral.
Al menos desde 2009, grupos de mujeres que lavan en las riberas del Lago en la jurisdicción de San Pedro la Laguna, alertaron a las autoridades municipales y de salud pública de la presencia de manchas color verde que flotaba en las aguas. Se identificó que esto era generado por los desechos de basura, especialmente de plásticos de un solo uso. Esto afecta directamente su salud, el 70 por ciento del agua ya está contaminado con partículas de micro-plástico, lo que ellas nombran como “violencia silenciosa e instaurada” en el lago.
Hace cuatro años, el gobierno Guatemalteco presentó como la solución a los problemas que enfrenta el lago, el proyecto llamado “Mega-Recolecto de Aguas”. Fue en ese momento que comenzó el accionar del Colectivo Comunidad Tz´unun.
De acuerdo con quienes integran el Colectivo, este proyecto “no es una respuesta incluyente y efectiva, sino que es producto de decisiones políticas orientadas por la ideología de mercado, para el beneficio de unos cuantos grupos de poder económico nacional e internacional” nos contó Nancy González, coordinadora del Colectivo.
Con el apoyo de académicos, las integrantes del Colectivo Comunidad Tz´unun Ya´ identificaron que de llegar a realizarse el proyecto (que no fue consultado previamente con la población indígena que habita el territorio) sólo atendería el 14% de la contaminación que ahora se genera y que tiene que ver con las aguas residuales.
A partir de sus procesos de organización y resistencia, ellas llevaron a cabo una asamblea comunitaria para informar al resto de la población sobre los riesgos del proyecto, y varias jornadas de información sobre la importancia de defender el lago y sobre el derecho a la consulta previa, libre e informada, que es garantizado por la Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). También empezaron un proceso jurídico ante la Corte Constitucional para detener el proyecto.
Las mujeres que integran el Colectivo Comunidad Tz´unun Ya´mantienen una oposición proactiva a este proyecto, pues saben que la contaminación es real. Recuerdan que hace 25 años el lago era cristalino con las playas llenas de arena, “había vida en abundancia dentro del lago, estos últimos años, el sistema capitalista el consumismo llevó al lago a un deterioro enorme, sacan una gran cantidad de arena, y la playa se vuelve pantanosa”
A la par de su proceso jurídico para frenar el mega proyecto, llevan a cabo otras acciones para disminuir los niveles de contaminación. Respecto a las aguas residuales, proponen que dentro de las casas se instalen biodigestores que puedan hacer un tratamiento de los residuos de manera individual y posteriormente ser llevados a una fosa comunal. Han comenzado con procesos de transición de fertilizantes químicos a fertilizantes orgánicos en la agricultura local. También apuestan por recuperar las playas y declararlas de uso comunitario, pues las playas sirven de filtro natural.
A partir de la organización de jornadas de limpieza en las playas y en el lago, en donde se clasifican los residuos sólidos, se logró la aprobación del Acuerdo Municipal No. 111-2016 que prohíbe pajillas, duroport, (unicel) y de plásticos de un solo uso.
Quienes integran el Colectivo Comunidad Tz´unun Ya´también tienen claro que tanto el gobierno como las empresas deben asumir su responsabilidad en la generación de contaminación y basura. Para hacer un llamado internacional y dejar el mensaje claro a la industria del plástico que opera en Guatemala, en noviembre de 2022, después de llevar a cabo una jornada de limpieza en el lago, hicieron una protesta pacífica en la que “devolvieron” la basura a las empresas que la generan.Durante esa manifestación tiraron la basura que habían recolectado frente a las instalaciones del Comité Coordinador de Asociaciones Agrícolas, Comerciales, Industriales y Financieras (CACIF) Guatemala, “las empresas deben asumir su compromiso con la disposición final de sus desechos, pues nos están convirtiendo en vertederos de basura, estamos sacrificando terrenos para convertirnos en vertederos de basura”.
Como FAU-LAC hemos podido acompañar sus procesos de resistencia, conversar con ellas nos ha permitido entender que su defensa del agua, es una defensa de la vida misma. Las mujeres llaman al lago Qatee´Ya´ que significa nuestra abuela lago. “Es nuestra ancestra, dadora de vida porque nos provee de alimento, de sustento, y hasta de calma, cuando nos sentimos mal o estamos con penas, vamos al lago, por eso es que nos duele lo que le está pasando a nuestra madre, duele ver que las empresas contaminen el lago”.
Las mujeres de laComunidad Tz´unun Ya se suman a la campaña las #MujeresSomosAgua desde su apuesta por soluciones reales, integrales e incluyentes, y su llamado internacional a que los gobiernos y las empresas asuman su responsabilidad ante los problemas de contaminación de agua que cada vez nos afectan más.